Antínoo o Antinoo (en griego Aντίνοος, latinizado como Antinous; Bitinio-Claudiópolis, Bitinia, 27 de noviembre de entre 110 y 115 [a]-río Nilo, junto a Besa, 30 de octubre de 130, o poco antes) fue un joven de gran belleza, favorito y amante del emperador romano Adriano.[1] Tras su muerte fue deificado y se le rindió culto. Muchos de los retratos que se hicieron de él se han conservado hasta nuestros días. Desde el Renacimiento hasta la actualidad, Antínoo ha sido muy representado en el arte, especialmente en la escultura, y su enigmática figura ha captado la atención de numerosos artistas.
Aunque Antínoo es en realidad un personaje muy poco conocido, su significado actual no depende tanto de los acontecimientos de su vida como de su enaltecimiento posterior, del que han llegado numerosos testimonios hasta nuestros días. Ya en la Antigüedad, los pocos datos auténticos acerca de su vida se mezclaron con leyendas. La fascinación que hasta hoy ejerce Antínoo se basa, fundamentalmente, en su relación con el emperador Adriano y en las numerosas obras de arte que fueron creadas en memoria suya. La personalidad que subyace a los escasos datos y las obras de arte no ha podido ser reconstruida mediante la investigación histórica.
Se sabe con certeza que Antínoo nació en Bitinio-Claudiópolis, ciudad de la región de Bitinia, en el noroeste de Asia Menor,[2] entre los años 110 y 115.[a] Conocido en la historia como «el emperador viajero», Adriano quedó impresionado por el bello adolescente en uno de sus viajes. En la actualidad no puede precisarse si el primer encuentro entre los dos se produjo ya durante la primera estancia de Adriano en Bitinia, en 121, o en 123/124.[3][b] Desde el momento de su encuentro, y hasta su muerte, Antínoo acompañó al emperador en todos sus viajes.
Durante toda su vida, Adriano aspiró al ideal de vida griego. Según la visión que del mismo tenían los romanos, de este ideal de vida formaba parte la pederastia, en la cual el hombre adoptaba el papel de mentor del niño en todos los aspectos de la vida.[6] La tradición cristiana y la interpretación moderna de la pederastia la reducen generalmente a su componente sexual. Por otro lado, se sabe que el emperador estaba descontento de su matrimonio con su esposa Vibia Sabina.[7]
Sobre la naturaleza precisa de las relaciones entre Antínoo y Adriano la información es muy escasa. El poeta Páncrates de Alejandría, contemporáneo de Adriano, hace referencia a un hecho que tuvo lugar en el desierto de Libia. Según este autor, Adriano dio muerte a un león con una jabalina poco antes de que atacase a Antínoo.[8] En el lugar en que la sangre del león goteó sobre la arena, habría surgido la «flor de Antínoo», el antinóeios (flor de loto de color rojo).[9] Es imposible saber si el acontecimiento se basa en un hecho que tuvo lugar realmente o si se trata simplemente de un añadido posterior para embellecer la vida del personaje.