Belén (del árabe: بيت لحم [ Beit laħem])[nota 1] es una ciudad ubicada en el centro de Cisjordania (Palestina), situada a unos 9 km al sur de Jerusalén y enclavada en los montes de Judea. Desde diciembre de 1995, se encuentra administrada por la Autoridad Palestina, que adoptó el nombre de Estado de Palestina en 2013. Belén es la capital de la gobernación homónima. Su población era de 25 266 habitantes en el último censo oficial realizado, el de 2007,[3] si bien la Oficina Central de Estadísticas de Palestina calcula que la población a fecha de 2020 es de 30 233 habitantes,[4] con una mayoría de población musulmana y una importante minoría cristiana, en su mayoría ortodoxa.[5] Su economía se basa sobre todo en el turismo, cuya temporada alta coincide con la Navidad, momento en el que numerosos peregrinos cristianos viajan a la ciudad para visitar la Basílica de la Natividad.[6] El gobierno de Israel, que ocupa militarmente toda Palestina desde 1967, ha rodeado la ciudad de murallas y pasos de control, lo cual impide el libre tránsito de los habitantes y limita los intercambios comerciales. Esto ha provocado una gran disminución del turismo.
La ciudad tiene gran significado religioso para los cristianos al ser, de acuerdo con la Biblia, el lugar de nacimiento de Jesús de Nazaret, según los evangelios de Lucas y Mateo. Al norte de la ciudad se encuentra otro importante lugar de culto, la Tumba de Raquel, aunque los habitantes de Belén y el resto de sus conciudadanos palestinos tienen restringido su acceso debido al muro de separación israelí. La Biblia hebrea, según la cual Belén fue construida por Roboam como una ciudad fortificada,[7] dice de ella que fue el lugar de nacimiento y de coronación de David, por lo que la ciudad tiene también un significado religioso para los judíos.
La mención más antigua de la ciudad de la que se tiene constancia data de las Cartas de Amarna (1350-1330 a. C.), momento en el que la ciudad estaba poblada por los cananeos.[8] Belén fue destruida por el emperador Adriano durante la rebelión de Bar Kojba en el siglo II, si bien fue poco después reconstruida con el apoyo de la emperatriz Helena, la madre de Constantino el Grande, quien encargó la construcción de la Basílica de la Natividad en el año 327 d. C.[8] La iglesia sufrió importantes daños por parte de los samaritanos, que la saquearon durante una revuelta en 529, pero fue reconstruida poco después por el emperador bizantino Justiniano I.[8]