La discontinuidad de Mohorovičić (pronunciación en croata: [moxorôʋiːt͡ʃit͡ɕ]),[1] normalmente se conoce como Moho, es el límite entre la corteza, tanto oceánica como continental, y el manto. Se define por el cambio significativo en la velocidad de las ondas sismológicas a medida que pasan a través de rocas de distinta densidad.[2]
El Moho se encuentra casi por completo dentro de la litosfera.[3] Solo debajo de las dorsales mediooceánicas define el límite entre la litosfera y la astenosfera. La discontinuidad de Mohorovičić está entre 5 y 10 kilómetros (3–6 mi) por debajo de la superficie del fondo oceánico, y de 20 a 90 kilómetros (10–60 mi) por debajo de la superficie en la corteza continental típica, con un promedio de 35 kilómetros (21,7 mi).
La discontinuidad de Mohorovičić fue identificada por primera vez en 1909 por el pionero sismólogo croata Andrija Mohorovičić, de quien recibe el nombre, cuando observó que los sismogramas de los terremotos de foco superficial tenían dos conjuntos de ondas P y ondas S, uno que seguía un camino directo cerca de la superficie de la Tierra y el otro refractado por un medio de velocidad media-alta.[4]
El Moho marca la transición en la composición entre la corteza exterior rocosa de la Tierra y el manto más plástico. Inmediatamente por encima del Moho, las velocidades de las ondas sísmicas primarias (ondas P) son consistentes con las del basalto (6.7–7.2 km/s), y debajo son similares a los de peridotita o dunita (7.6–8.6 km/s).[5] Este aumento de aproximadamente 1 km/s corresponde a un cambio distinto en el material a medida que las ondas pasan a través de la Tierra, y es comúnmente aceptado como el límite inferior de la corteza terrestre.[6] El Moho se caracteriza por una zona de transición de hasta 500 metros.[7] Las antiguas zonas de Moho están expuestas sobre el suelo en numerosas ofiolitas de todo el mundo.[8]
Al sismólogo croata Andrija Mohorovičić se le atribuye el primer descubrimiento y definición del Moho.[9] En 1909, estaba examinando datos de un terremoto local en Zagreb cuando observó dos conjuntos distintos de ondas P y ondas S que se propagaban desde el foco del terremoto. Mohorovičić sabía que las ondas causadas por los terremotos viajan a velocidades proporcionales a la densidad del material que las transporta. Como resultado de esta información, teorizó que el segundo conjunto de ondas solo podría ser causado por una transición brusca en la densidad de la corteza terrestre, lo que podría explicar un cambio tan dramático en la velocidad de la onda. Utilizando los datos de velocidad del terremoto, pudo calcular la profundidad del Moho en aproximadamente 54 km, lo que luego fue respaldado por futuros estudios sismológicos.[10]