La encomienda (del latín: commendo, "confiar"), en la Europa medieval, era la relación de dependencia personal entre dos hombres libres, puesta de manifiesto en un intercambio de prestaciones, donde el fuerte daba protección al débil a cambio de fidelidad y de la prestación de determinados servicios,[1] lo que se convertiría en una sumisión del débil a su señor feudal, convirtiéndose en su vasallo.[2]
Esta institución se introdujo como un sistema laboral español que compensaba a los conquistadores con parte del trabajo de determinados grupos de personas conquistadas; era un tipo de impuesto. Los trabajadores, en teoría, recibían beneficios de los conquistadores para los que trabajaban.
La encomienda se estableció por primera vez en España durante la Reconquista, y se continuó empleando durante la colonización española de América y las Filipinas. Los pueblos conquistados eran considerados vasallos de la Corona.
Durante la Conquista, la Corona otorgaba una encomienda como un derecho otorgado a un individuo concreto; este sistema consistía en el monopolio de los trabajos temporales (corvea) de determinados grupos de indígenas, mantenido a perpetuidad por el titular llamado encomendero, y sus descendientes. Empero, a partir de las Leyes Nuevas de 1542, al morir el encomendero, las encomiendas expiraron y fueron reemplazadas por el repartimiento;[3][4] a partir de mediados del s. xvi, con la monetización del tributo indígena, la situación de los nativos en América quedó equivalente a la de los pecheros en España.[5]
Con la destitución de Cristóbal Colón en 1500, la Corona española lo sustituyó por Francisco de Bobadilla.[6] A Bobadilla le sucedió un gobernador real, Fray Nicolás de Ovando, que estableció el sistema formal de encomiendas.[7] En muchos casos, los nativos eran obligados a realizar trabajos forzados y sometidos a castigos extremos y a la muerte si se resistían.[8] Sin embargo, la reina Isabel I de Castilla prohibió la esclavitud de la población nativa y consideró a los indígenas "vasallos libres de la corona".[9] Diversas versiones de las Leyes de Indias a partir de 1512 intentaron regular las interacciones entre los colonos y los nativos. Tanto los nativos como los españoles acudían a las Reales Audiencias para solicitar ayuda en el marco del sistema de encomiendas.
Las encomiendas se habían caracterizado a menudo por el desplazamiento geográfico de los esclavizados y la ruptura de las comunidades y unidades familiares, pero en México, la encomienda gobernaba a los vasallos libres de la corona a través de las jerarquías comunitarias existentes, y los indígenas permanecían en sus asentamientos con sus familias.[10]