Fuente (arquitectura)


Una fuente, como elemento arquitectónico de un espacio urbano o doméstico, es un ingenio hidráulico compuesto por caños, grifos o surtidores de agua, y uno o varios pilones, pilas o estanques. Puede tener uso utilitario, ambiental o decorativo.[1]​ Son habituales en patios, jardines, plazas, o en lugares singulares de la ciudad, embelleciéndolos y resaltando su importancia.[2]

La fuente proviene originalmente del uso del pilón (caída de agua). En sus inicios, las fuentes se hallaban en las plazas o lugares céntricos de los pueblos para abastecer de agua a los habitantes y calmar la sed de sus animales. Solían ser lugares de encuentro que propiciaban las relaciones sociales de la comunidad.

La primera referencia a una de ellas se halla en una crátera italiota de mediados del siglo IV a. C. en que puede observarse a una mujer junto a un pilón de una fuente, con forma de plato cóncavo sostenido por una columna acanalada con doble basamento circular. Otra de las primeras fuentes se registra tallada en piedra en Tello (Babilonia) 300 años a. C.[3]

En la Edad Media, la cultura islámica elaboró bellos ejemplos del fuentes en edificios privados y zonas públicas, tales como palacios, patios, jardines, plazas y mezquitas, combinando la utilidad con la belleza, sirviendo estas también para aclimatar los citados espacios.

En Europa, los artistas y arquitectos renacentistas mostraron su ingenio y destreza en hermosos diseños de fuentes, tanto públicas como de uso privado, culminando en los abigarados conjuntos escultóricos de las fuentes barrocas.

Con el avance de la tecnología, las fuentes incluyeron circuitos cerrados de agua, la cual es impulsada mediante bombas de presión; también se idearon efectos de iluminación que hace aún más vistoso el aspecto del agua por la noche.


La fuente del palacio de la Alhambra, en Granada (España).
Pantalla de agua de exterior
Diseño de fuentes en Bellagio, Las Vegas.
Fuente de la boda, Viena, Austria.