La guerra, en un término estricto, es aquel conflicto social en el que dos o más grupos humanos relativamente masivos —principalmente tribus, sociedades o naciones— se enfrentan de manera violenta, preferiblemente, mediante el uso de armas de toda índole, a menudo con resultado de muerte —individual o colectiva— y daños materiales de una entidad considerable.[1][2]
La guerra es la forma de conflicto sociopolítico más grave entre dos o más grupos humanos. Se da tanto en sociedades tribales como en civilizadas, pero es más grave entre estas últimas porque son más complejas, masificadas y tecnificadas. Es quizás la más antigua de las relaciones internacionales y ya en el comienzo de las civilizaciones se constata el enfrentamiento organizado de grupos humanos armados con el propósito de controlar recursos naturales o humanos (conflictos entre cazadores nómadas y recolectores sedentarios que sí desarrollaron el concepto de "propiedad"),[3] exigir un desarme o imponer algún tipo de tributo, ideología o religión, sometiendo, despojando y, en su caso, destruyendo al enemigo, en lo que se podía llegar y se llegó frecuentemente al genocidio. Es más, este tipo de conducta gregaria es extensible a la mayor parte de los homínidos[4] y se encuentra estrechamente relacionado con el concepto etológico de territorialidad.
Las guerras tienen como origen múltiples causas, entre las que suelen estar el mantenimiento o el cambio de relaciones de poder, dirimir disputas económicas, ideológicas, territoriales, etc. En Ciencia Política y Relaciones Internacionales, la guerra es un instrumento político, al servicio de un Estado u otra organización con fines eminentemente políticos, ya que en caso contrario constituiría una forma más desorganizada aunque igualmente violenta: el bandolerismo por tierra o la piratería por mar. En las sociedades primitivas tribales su origen aparece más claro: deriva de dos elementos: presión demográfica y escasez de recursos.
Según Richard Holmes, la guerra es una experiencia universal que comparten todos los países y todas las culturas.[5] Según Sun Tzu, «La guerra es el mayor conflicto de Estado, la base de la vida y la muerte, el Tao de la supervivencia y la extinción. Por lo tanto, es imperativo estudiarla profundamente».[6] Por demás, la forma más astuta de ejercerla sería soslayarla de manera que no hubiera necesidad de llegar a ella. Según Karl von Clausewitz, la guerra es «la continuación de la política por otros medios».[7]