El hilado de fibras consiste en transformar la fibra en hilo. Esta operación tiene lugar en una «hilatura» o «hilandería». Hilar es retorcer varias fibras cortas a la vez para unirlas y producir una hebra continua; cuando se hilan (retuercen) filamentos largos se obtienen hilos más resistentes,[1] llamados también «hilaza» o «hilados».
La forma de hilar las fibras y de obtener los hilados influye directamente en las propiedades y apariencia del tejido final. La dirección del hilado influye en la textura del tejido.
Las fibras naturales, excepto la seda, son cortas; se procesan para producir hilados con los que se fabricarán tejidos. Los no tejidos se producen directamente de la fibra. Las «fibras químicas», tanto artificiales como sintéticas, pasan por el proceso de hilado durante su manufactura; esto da lugar a filamentos largos y continuos que deben cortarse si se van a mezclar con fibras naturales.[2]
El hilado se realiza en varias etapas. El proceso de la fabricación del hilo puede ser de dos tipos: artesanal e industrial.
Las fibras naturales pueden ser de origen animal (como la lana normal o la de cachemir, mohair, angora, seda...), vegetal (como el algodón, el lino y el esparto) o mineral (como el amianto). Las fibras naturales, sin excepción, requieren varios procesos sucesivos para obtener fibra limpia y uniforme, apta para el hilado. Esta «fibra corta», de pocos centímetros, presenta una superficie rugosa o retorcida que facilita su cohesión con fibras similares.
Las fibras químicas se obtienen por extrusión, de celulosa regenerada en el caso de las fibras artificiales o de polímeros sintéticos en el caso de fibras sintéticas. Estas fibras son largas, es decir, ya están hiladas para poder fabricar tejidos con ellas, pero también se pueden cortar para hilarlas como si tratara de fibra natural.