Immanuel Kant (Königsberg, Prusia; 22 de abril de 1724-Königsberg, Prusia; 12 de febrero de 1804) fue un filósofo y científico prusiano de la Ilustración.[1][2][3][4] Fue el primero y más importante representante del criticismo y precursor del idealismo alemán. Es considerado como uno de los pensadores más influyentes de la Europa moderna y de la filosofía universal. Además es uno de los últimos pensadores de la modernidad, anterior a la filosofía contemporánea, cuyo origen suele situarse en 1831 tras la muerte de Hegel.[2][3][5]
Kant distingue tres preguntas filosóficas[6][7] a las que dedica sus obras capitales: «¿Qué puedo conocer?» en la Crítica de la razón pura,[8] calificada generalmente como un punto de inflexión en la historia de la filosofía, en la que investiga la estructura misma de la razón; «Qué debo hacer?» con la Crítica de la razón práctica (centrada en la ética) y La metafísica de las costumbres (con una parte acerca de la doctrina de la virtud y la otra centrada en la doctrina del derecho);[9] y «¿Qué puedo esperar?» en la Crítica del juicio (donde investiga acerca de la estética y la teleología). Estas tres preguntas pueden resumirse en una: «¿Qué es el hombre?»[10] Asimismo, Kant propuso que la metafísica tradicional se puede reinterpretar a través de la epistemología, ya que podemos encarar problemas metafísicos cuando entendemos y relacionamos la fuente con los límites del conocimiento.[11]
Kant adelantó importantes trabajos en los campos de la ciencia, el derecho, la epistemología, la moral, la religión, la política y la historia habiendo logrado, inclusive, una síntesis entre el empirismo y el racionalismo.[2][3][12] Aceptando que si bien todo nuestro conocimiento empieza con la experiencia, no todo procede de ella,[13] dando a entender que la razón juega un papel importante. Kant argumentaba que la experiencia, los valores y el significado mismo de la vida serían completamente subjetivos si no hubiesen sido subsumidos por la razón pura, y que usar la razón sin aplicarla a la experiencia, nos llevaría inevitablemente a ilusiones teóricas.
En su doctrina del idealismo trascendental, Kant argumentó que el espacio y el tiempo son meras "formas de intuición" que estructuran toda experiencia y, por lo tanto, si bien las "cosas en sí mismas" («noúmeno») existen y contribuyen a la experiencia, no obstante son distintas de los objetos de la experiencia («fenómeno»).[14] Kant trazó un paralelo con la revolución copernicana («giro copernicano») en su propuesta de que los objetos de los sentidos deben ajustarse a nuestras formas espaciales y temporales de la intuición y que, en consecuencia, podemos tener un conocimiento a priori de los objetos de los sentidos.[15][16] Kant sostiene que la razón pura forma ideas que no pueden probar su realidad, pero tienen usos prácticos.[17]