El Imperio británico (en inglés, British Empire) comprendió los dominios, colonias, protectorados, mandatos y otros territorios gobernados o administrados por el Reino de Inglaterra y su sucesor, el Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda, entre los siglos XVI y XX. Ha sido el imperio de mayor extensión hasta la fecha.[3][4]
Durante las primeras décadas del siglo XX, el Imperio británico abarcaba una población de cerca de 458 millones de personas y unos 35.000.000 km², lo que significaba aproximadamente una cuarta parte de la población mundial y una quinta parte de las tierras emergidas. Esto lo convierte en el imperio más extenso de la historia. La época culminante del imperio se produjo durante unos cien años (la llamada Pax Britannica, desarrollada entre 1815 y 1914), a través de una serie de fases de expansión relacionadas con el comercio, la colonización y la conquista, además de períodos de actividad diplomática. Probablemente, el punto de máximo auge imperial puede situarse entre los años 1884 (Reparto de África) y 1922 (Independencia de Irlanda).
El Imperio extendió la tecnología, el comercio, el idioma inglés y el gobierno británico por todo el mundo. La hegemonía imperial contribuyó al espectacular crecimiento económico del Reino Unido y al peso de sus intereses en el escenario mundial.
Después de la independencia, muchas antiguas colonias británicas se unieron a la Mancomunidad de Naciones, una asociación libre de estados independientes. Quince de estos, incluido el Reino Unido, conservan un monarca común, actualmente el rey Carlos III del Reino Unido.
El Imperio británico de ultramar, —en el sentido de la exploración y los asentamientos británicos a lo largo y ancho de los océanos fuera de Europa y las Islas Británicas—, comienza a partir de la política marítima del Rey Enrique VII, que reinó entre 1485 y 1509. Iniciando líneas comerciales para el comercio de la lana, Enrique VII estableció un moderno sistema para la marina mercante inglesa, que contribuyó al crecimiento de los astilleros y la navegación de la isla. La marina mercante aportó las bases para instituciones mercantiles que desempeñarían un importante papel en la aventura imperial posterior, como las compañías Massachusetts Bay Company o la British East India Company. Enrique VII ordenó también la construcción del primer dique seco en Portsmouth, y mejoró notablemente la pequeña Marina Real (Royal Navy).