La ley de la oferta y demanda es un modelo económico básico postulado para la formación de precios de mercado de los bienes nacido de la escuela neoclásica,[1] usado para explicar una gran variedad de fenómenos y procesos tanto macro como microeconómicos. Además, sirve como base para otras teorías y modelos económicos.[2][3]
El modelo en su versión más sencilla se basa en la relación entre el precio de un bien y las ventas del mismo, y asume que en un mercado de competencia perfecta, el precio de mercado se establecerá en un punto —llamado punto de equilibrioprecio— en el cual se produce un vaciamiento del mercado, es decir, todo lo producido se vende y no queda demanda insatisfecha. El postulado de la oferta y la demanda implica tres leyes:[4]
Naturalmente cuando falla algunas de las asunciones el comportamiento observado y el predicho resultan algo discrepantes, se han intentado versiones más complicadas del modelo substituyendo los supuestos básicos por otras asunciones lógicamente menos restrictivas, pero en esos casos el modelo puede llegar a ser notoriamente más complicado. Como sucede en la teoría del oligopolio, por ejemplo.
A pesar de que el modelo es generalmente atribuido a Alfred Marshall[8] (debido a que ese autor formalizó, analizó y extendió su aplicación), el origen del concepto es anterior.
La expresión ‘oferta y demanda’ fue acuñada por James Steuart Denham en su obra Estudio de los principios de la economía política, publicada en 1767. Adam Smith usó esta frase en su libro de 1776 La riqueza de las naciones, y David Ricardo, en su libro Principios de política económica e impositiva de 1817, tituló un capítulo "Influencia de la demanda y la oferta en el precio".Fue explicada en 1730 por el economista Irlandés Richard Cantillón, en su "Ensayo sobre la naturaleza del comercio en general" en el capítulo II de la segunda parte.
En La riqueza de las naciones, Smith asume, en general, que la demanda es relativamente fija en el plazo corto y mediano (dependiendo últimamente de la cantidad de personas), y que, consecuentemente, es únicamente la oferta la que hace que el precio suba o baje. Conviene recordar que en aquellos tiempos las empresas eran pequeñas, y solo podían contribuir, cada una, fraccionalmente a satisfacer la demanda. Esto, junto a la existencia de libre competencia, hacia que los precios de mercados disminuyeran al máximo posible, tendiendo al costo de producción, el que, a su vez, depende de consideraciones técnicas, no de la demanda.