Mahoma (en árabe, مُحَمَّد, romanizado: Mujámmad; pronunciación en árabe: /mu'ħammad/ ( escuchar)) (La Meca, c. 26 de abril de 570-Medina, 8 de junio de 632) fue el fundador del islam. Su nombre completo en árabe es Abū l-Qāsim Muḥammad ibn ‘Abd Allāh ibn ‘Abd al-Muṭṭalib ibn Hāšim al-Qurayšī (ابو القاسم محمد ابن عبد الله ابن عبد المطلب ابن هاشم القريشي), que se hispaniza como «Mahoma».[1] En la religión musulmana, se considera a Mahoma «el último de los profetas» (خاتم الأنبياء, jātim al-anbiyā'), quien es la culminación de una larga cadena de mensajeros enviados por Dios para actualizar su mensaje, entre cuyos predecesores se cuentan Abraham, Moisés y Jesús de Nazaret.
El bahaísmo lo venera como uno de los profetas o «Manifestación de Dios», cuyas enseñanzas habrían sido actualizadas por las de Bahá'u'lláh, fundador de esta religión.[2]
Árabe de la tribu de Quraysh, nació en La Meca (مكة) alrededor del 570.[3] La Meca se encuentra en la región de Hiyaz en la actual Arabia Saudí. Fue hijo póstumo de Abd Allah ibn Abd al-Muttalib, miembro del clan de los hachemíes.
La costumbre de los más honorables de la tribu de Quraysh era enviar a sus hijos con niñeras beduinas con el propósito de que crecieran libres y saludables en el desierto, para poder también robustecerse y aprender de los beduinos, que eran reconocidos por su honradez y la carencia de numerosos vicios, y Mahoma fue confiado a Bani S’ad.[4]
El primer milagro que se narra sobre Mahoma en la compilación de los hadices es que el arcángel Gabriel descendió y abrió su pecho para sacar su corazón. Extrajo un coágulo negro de este y dijo «Esta era la parte por donde Satán podría seducirte». Después lo lavó con agua del pozo de Zamzam en un recipiente de oro y devolvió el corazón a su sitio. Los niños y compañeros de juego con los que se encontraba corrieron hacia su nodriza y dijeron: «Mahoma ha sido asesinado»; todos se dirigieron a él pero descubrieron que estaba vivo.[6] Los musulmanes ven este acontecimiento como una protección para que él se apartara desde su infancia de la adoración de los ídolos y probablemente la razón por la que fue devuelto a su madre.
Quedó huérfano a temprana edad y, debido a una costumbre árabe que dice que los hijos menores no pueden recibir la herencia de sus progenitores, no recibió ni la de su padre ni la de su madre.[cita requerida] Se dice que ella murió cuando él tenía seis años, por lo que fue acogido y educado primero por su abuelo Abd al-Muttálib y luego por su tío paterno Abu Tálib, un líder de la tribu Quraysh, la más poderosa de La Meca, y padre de su primo y futuro califa Alí.[7]