El Mediterráneo es un mar continental que conecta con el océano Atlántico a través del estrecho de Gibraltar. Rodeado por Europa, África y Asia, fue testigo de la evolución de varias civilizaciones antiguas como los egipcios, los fenicios, hebreos, griegos, cartagineses y romanos. Con aproximadamente 2,5 millones de km² y 3860 km de longitud, es el segundo mar interior más grande del mundo, después del Caribe.[1] Se trata de un mar relativamente hondo, con una profundidad media de 1370 metros, siendo su punto más profundo la fosa de Calipso, al oeste de Grecia. Sus aguas, que bañan las tres grandes penínsulas del sur de Europa (ibérica, itálica y balcánica) y una de Asia (Anatolia), se comunican, además de con el Atlántico por el estrecho de Gibraltar, con el mar Negro por los estrechos del Bósforo y de los Dardanelos y con el mar Rojo por el canal de Suez.[2]
Se trata de un mar cálido con un clima característico homónimo y un estilo culinario propio en toda su cuenca. Estos factores atraen a millones de turistas de otros puntos del mundo. Por otro lado, es el mar con las tasas más elevadas de hidrocarburos y contaminación del mundo.[3]
La etimología de este mar proviene del latín Mar Medi Terraneum, cuyo significado es «mar en el medio de las tierras». La mayoría de los habitantes de sus costas han usado una denominación derivada de la latina; en idioma griego se llama Mesogeios Thalassa (Μεσόγειος Θάλασσα) con el mismo significado que el nombre latino, y en árabe se llama al-Baḥr al-Mutawāsiṭ (البحر المتواسط «mar intermedio»).
En turco, se lo denomina Ak Deniz («mar blanco») por oposición al mar Negro, pues los turcos llaman «blanco» al Sur y «negro» al norte. El nombre turco también se utiliza a veces en árabe: al-Baḥr al-′Ābyaḍ (البحر الأبيض ídem).[4]
Para los antiguos egipcios, era «el Gran Verde». Los romanos lo solían llamar Mare Nostrum («mar nuestro»). El uso más antiguo del adjetivo mediterraneum para referirse a este mar data de Solino, en el siglo III d. C., y el primero que usó Mediterraneum como nombre propio fue Isidoro de Sevilla, en el siglo VI.[5] Los árabes, durante la Edad Media, usaban mayoritariamente el nombre de al-Baḥr al-Rum («mar de los europeos no musulmanes»), siguiendo la costumbre de nombrar a mares y océanos con las poblaciones que ocupaban las orillas opuestas. Otros nombres árabes medievales fueron al-Baḥr al-Sham («mar de Siria», preferido por los habitantes del Mediterráneo occidental), al-Baḥr al-Maghrib («mar de poniente» o «del Magreb», popular entre los árabes del Mediterráneo oriental) y, muy minoritario, el ya citado al-Baḥr al-Mutawāsiṭ.[6]