La navegación marítima es el arte y la ciencia de conducir una embarcación desde una situación de salida (zarpado) hasta otra de llegada, eficientemente y con responsabilidad. Es arte por la destreza que debe tener el navegante para sortear los peligros de la navegación, y es ciencia porque se basa en conocimientos físicos, matemáticos, oceanográficos, cartográficos, astronómicos, etc. La navegación puede ser superficial o submarina.
Navegación (de la palabra latina navigatio) es el viaje que se hace con la nave (de la palabra latina navis, y esta de la raíz protoindoeuropea *nau- ‘barco’, que también es fuente del sánscrito nauh). Náutica (del latín nautĭca, y este del griego ναυτική [τέχνη] nautikḗ [téjne] ‘[arte de] navegar’, de ναύτης nautes ‘marinero’) es lo relativo a la navegación y la ciencia y arte de navegar. Naval (del adjetivo latino navalis) es lo relativo a las naves y la navegación, o particularmente a la Armada.[1]
La navegación costera fue practicada desde la más remota antigüedad.[7] La narración bíblica del diluvio, donde aparece el Arca de Noé, está basada tanto en los mitos como en la práctica de la navegación de las civilizaciones mesopotámicas, que desde los sumerios navegaron por sus dos ríos (Tigris y Éufrates) y por el golfo Pérsico. Los antiguos egipcios tampoco se limitaron a la navegación fluvial del Nilo, y utilizaron las rutas marítimas del Mediterráneo existentes desde el Neolítico (por las que se habrían difundido durante milenios fenómenos culturales como el megalitismo o la metalurgia). Los cretenses llegaron a establecer una verdadera "talasocracia" (gobierno de los mares, que se atribuye al rey Minos) hasta la época micénica (II milenio a. C.), en la que habría que situar los hechos mitificados en los poemas homéricos (más de mil "cóncavas naves" llegando a las playas de Troya, mala fortuna del navegante Ulises y pericia de los "argonautas" —entre los que está el constructor del barco que lleva su nombre, Argos—).