El término planificación familiar se refiere habitualmente al conjunto de prácticas orientadas por lo general al control de la reproducción sexual mediante el uso de métodos anticonceptivos en la práctica del acto sexual.
El control natal o planificación familiar puede tener como objetivo engendrar o no descendientes[1][2] y, en su caso, decidir sobre el número de hijos,[3] el momento y las circunstancias sociales, económicas y personales en las que se desea tenerlos.
También se incluye dentro de la planificación familiar la educación de la sexualidad,[2][4] la prevención y tratamiento de las infecciones de transmisión sexual,[2] el asesoramiento antes de la fecundación, durante el embarazo y el parto,[2] así como el tratamiento de la infertilidad, mediante técnicas de reproducción asistida como la fecundación in vitro.[1]
Los servicios de planificación se definen como el conjunto de prestaciones ofrecidas por profesionales sanitarios especializados que incluyen actividades y prácticas educativas, preventivas, médicas y sociales que permiten a los individuos, incluidos menores, determinar libremente el número y espaciamiento de sus hijos y seleccionar el medio más adecuado a sus circunstancias.[4]
La planificación se utiliza a veces como un sinónimo de control de la mortalidad. En este sentido los servicios médicos de planificación familiar facilitan información sobre los distintos métodos anticonceptivos y ofrecen asistencia médica especializada para conseguir espaciar los embarazos deseados así como para evitar los embarazos no deseados. En este sentido la planificación familiar consiste en la utilización de diferentes métodos para controlar el número y la cronología de los embarazos.
La finalidad última de la planificación familiar consiste en mejorar la salud de la madre, sus hijos y la familia en general. En este sentido, las medidas preventivas de salud básicas reconocidas son: