El siglo XIX d. C. (siglo diecinueve después de Cristo) o siglo XIX e. c. (siglo diecinueve de la era común) fue el noveno siglo del II milenio en el calendario gregoriano. Comenzó el 1 de enero del año 1801 y terminó el 31 de diciembre de 1900. Es llamado el «siglo de la industrialización».[1]
La característica fundamental de este siglo es la de ser un periodo de grandes cambios. La ciencia y la economía se retroalimentarían, el término ‘científico’, acuñado en 1833 por William Whewell,[2][3] sería parte fundamental del lenguaje de la época; la economía sufriría dos fuertes revoluciones industriales, la primera acaecida entre 1750 y 1840, y la segunda entre 1880 y 1914.[4] En política, las nuevas ideas del anterior siglo sentarían las bases para las revoluciones burguesas, revoluciones que se explayarían por el mundo mediante el imperialismo y buscaría alianza con el movimiento obrero al que, le cederían el sufragio universal; en filosofía, surgirían los principios de la mayor parte de las corrientes de pensamiento contemporáneas, corrientes como el idealismo absoluto, el materialismo dialéctico, el nihilismo y el nacionalismo; el arte demoraría en iniciar el proceso de vanguardia pero quedaría cimentado en movimientos como el impresionismo. A finales de este siglo surgieron la cinematografía y la animación gracias a los grandes avances tecnológicos de la época.
El desarrollo de la medicina tiene relación directa con los fenómenos migratorios, los hacinamientos en las ciudades y las precarias condiciones de vida de la clase trabajadora desde la Revolución Industrial, enfermedades infecciosas (sífilis, tuberculosis) o relacionadas con la mala alimentación (pelagra, raquitismo, escorbuto). Dichas problemáticas son cruciales para entender el origen de la medicina social de Rudolf Virchow y el nacimiento del sistema de salud pública de Edwin Chadwick que darían lugar a la actual medicina preventiva. La misma Revolución Industrial, con el agregado de las numerosas guerras y revoluciones, generarían un desarrollo científico generalizado que contribuiría en la instauración de condiciones técnicas para el triunfo de la asepsia, de la anestesia y la cirugía.[5]
Las revoluciones burguesas, promotoras de ciudadanos librepensadores, construyen a una nueva medicina científica y empírica, desligada de lo místico y artesanal. Se culmina con la opresión de los viejos cánones éticos del absolutismo y el catolicismo instaurando nuevos cánones, nuevos calendarios. El siglo XIX verá nacer la medicina experimental de Claude Bernard, la teoría de Omnia cellula a cellula de Rudolf Virchow, la teoría microbiana de la enfermedad, la teoría de la evolución de las especies de Charles Darwin, y la genética de Gregor Mendel.