El sistema climático es el conjunto de cinco componentes de cuya interacción genera el clima de la Tierra. Estos cinco componentes son: la atmósfera (aire), la hidrósfera (agua), la criósfera (hielo y permafrost), la litosfera (capa rocosa superior de la tierra) y la biósfera (seres vivos). [1] Se entiende por clima al clima promedio, generalmente el observado durante un período de 30 años, y está determinado por una combinación de procesos en el sistema climático, como las corrientes oceánicas y los patrones de viento.[2][3] La circulación en la atmósfera y los océanos es impulsada principalmente por la radiación solar y transporta el calor de las regiones tropicales a las regiones que reciben menos energía del sol. El ciclo del agua también mueve energía a través del sistema climático. Además, los diferentes elementos químicos, necesarios para la vida, se reciclan constantemente entre los diferentes componentes.
El sistema climático puede cambiar debido a la variabilidad interna y el forzamiento radiativo. Estos forzamientos externos pueden ser naturales, como las variaciones en la intensidad solar y las erupciones volcánicas, o causados por humanos, como en el cambio climático antropogénico. [1] Los cambios pueden amplificarse mediante procesos de retroalimentación en los diferentes componentes del sistema climático.
La atmósfera envuelve la Tierra y se extiende a cientos de kilómetros de la superficie. Se compone principalmente de nitrógeno inerte (78%), oxígeno (21%) y argón (0,9%).[4] Algunos gases traza en la atmósfera, como el vapor de agua y el dióxido de carbono, son los gases más importantes para el funcionamiento del sistema climático, ya que son gases de efecto invernadero que permiten que la luz visible del Sol penetre en la superficie, pero bloquean parte de la radiación infrarroja que emite la superficie de la Tierra para equilibrar la radiación solar. Esto hace que aumenten las temperaturas de la superficie. [5] El ciclo hidrológico es el movimiento del agua a través de la atmósfera. El ciclo hidrológico no solo determina los patrones de precipitación, sino que también influye en el movimiento de energía en todo el sistema climático. [6]
La hidrósfera propiamente dicha contiene toda el agua líquida de la Tierra, y la mayor parte está contenida en los océanos del mundo. [7] El océano cubre el 71% de la superficie de la Tierra a una profundidad promedio de casi 4 kilómetros (2,5 mi), [8] y puede contener sustancialmente más calor que la atmósfera. [9] Contiene agua de mar con un contenido de sal de aproximadamente un 3,5% en promedio, pero esto varía espacialmente. [8] El agua salobre se encuentra en los estuarios y algunos lagos, y la mayor parte del agua dulce, el 2,5% de toda el agua, se encuentra en el hielo y la nieve. [10]