Durante la Primera y Segunda Guerra Mundial, Suiza logró mantener su política de neutralidad perpetua en ambos conflictos armados y no participó militarmente. Fue, sin embargo, precisamente por su condición de país neutral, de gran interés para todas las partes implicadas, como la escena de diplomacia, espionaje, comercio, y como un lugar seguro para los refugiados.
Suiza mantuvo un estado de "neutralidad armada" durante la Gran Guerra. Sin embargo, con las Potencias Centrales del Imperio Alemán y el Imperio Austrohúngaro y las potencias de la Entente de Francia y el Reino de Italia, países que tienen fronteras (y poblaciones) comunes con Suiza, esto no fue fácil de lograr. Desde diciembre de 1914 hasta la primavera de 1918, tropas suizas estuvieron desplegadas en el cantón de Jura a lo largo de la frontera con Francia, para evitar que la guerra de trincheras pudiera extenderse a Suiza. Aunque la frontera con Italia se consideraba de menor importancia, también se desplegaron tropas en la región de Baja Engadina de los Grisones en cuanto el gobierno italiano entró en la guerra.[1]
Si bien la mayoría de la población de habla alemana apoyaba en general a las potencias centrales, los habitantes de lengua francesa, y más tarde la población de habla italiana, se posicionaron del lado de las potencias aliadas. Esto provocaría un conflicto político en 1918, aunque se logró que el país permaneciera fuera de la guerra. Durante la contienda, Suiza estuvo bloqueada por los aliados, por lo que sufrió algunas dificultades materiales. Sin embargo, debido a que Suiza era un país neutral y con una economía desarrollada, además de situarse en el centro de los Alpes, punto casi equidistante de los grandes centros económicos europeos, la guerra permitió el crecimiento de la industria bancaria suiza.[1] Por las mismas razones, Suiza se convirtió en un escondite para refugiados y revolucionarios.
Tras la organización del ejército en 1907 y la expansión en 1911, el ejército suizo contaba con unos 250.000 efectivos y otros 200.000 hombres en papeles secundarios hacia julio de 1914.[2] El tamaño del ejército suizo fue tenido en cuenta por ambas partes en los años anteriores a la guerra, especialmente en el Plan Schlieffen. Tras una impresionante demostración durante las maniobras de 1912, tanto Francia como Alemania estaban convencidas de la profesionalidad del ejército suizo.