La toponimia u onomástica geográfica es una disciplina de la onomástica que consiste en el registro, catalogación y estudio etimológico de los nombres propios de un lugar.[1] El término «toponimia» deriva etimológicamente del griego τόπος (tópos, «lugar») y ὄνομα (ónoma, «nombre»).
Además de la onomástica, otras ciencias utilizan el concepto de toponimia con significaciones específicas: en anatomía se utiliza el término topónimo para hacer referencia al nombre de una región del cuerpo, en cuanto es distinta del nombre de un órgano; en biología el término toponimia es sinónimo del de nombre biológico; en etnología el término topónimo hace referencia a un nombre derivado de un lugar o región.
En el idioma español la RAE no registra este nombre hasta finales del siglo XIX. En lengua árabe, la primera vez que aparece el término «toponomista» data aproximadamente de mediados del siglo XIX. Se sabe que los primeros toponimistas fueron los cuentistas y los poetas que se dedicaban, en el desarrollo de sus actividades, a explicar el origen de ciertos lugares con el motivo de decidir el nombre de los mismos. En algunos casos los nombres de ciertos lugares ya eran leyendas en sí.
Los topónimos en ocasiones tienen su origen en apellidos o nombres propios de personas, pero habitualmente su origen está en algún aspecto físico o material del lugar que designan. Por ejemplo, Ocotlán significa 'donde abundan los pinos' pero también se ha interpretado como 'lugar de pinos u ocotes', mientras que Purroy, cuyo origen está en el latín PODIUM RUBEUM 'lugar elevado rojizo, pueyo rojizo', tiene precisamente su motivación en que el pueblo designado está situado sobre un altozano cuyas tierras y rocas poseen la mencionada cualidad cromática. Los topónimos pueden ser clasificados de acuerdo a su manera de referirse al lugar en tres tipos:
Los estudios de la toponimia generalmente requieren cierto grado de conocimiento en dialectología, fonética, historia, lexicología y morfología, de una o más lenguas de la zona a estudiar donde se encuentra el topónimo. Aunque de hecho el estudio de los topónimos es en esencia un estudio etimológico más, pero con dificultades añadidas, pues los cambios fonéticos no operan con la misma regularidad en la toponimia como en el resto del léxico general.
Uno de los atractivos de la toponimia para los aficionados es la creencia popular de los pueblos de que existe una conexión, a veces mística, entre el nombre de cada lugar con lo que este nombre significa. Esta creencia no es sorprendente, puesto que muchos topónimos, como se ha mencionado anteriormente, tienen su origen en algún rasgo físico del lugar designado que llamó la atención de los hablantes.