Caroline von Humboldt
Caroline von Humboldt (23 de febrero de 1766 en Minden - 26 de marzo de 1829 en Berlín ), de soltera Carolina Friederica von Dacheröden , fue una salonnière e historiadora del arte alemana .
Era hija de Karl Friedrich von Dacheröden (fallecido el 20 de noviembre de 1809), presidente de cámara del Reino de Prusia , y su esposa Ernestine Friderike, condesa de Hopfgarten (fallecida el 1 de mayo de 1774). Creció en Erfurt y las propiedades de sus padres en Burgörner y Auleben , donde se hizo amiga de las hermanas von Lengefeld, Caroline (más tarde una de sus mejores amigas) y Charlotte (más tarde esposa del dramaturgo Friedrich Schiller ).
El 29 de junio de 1791 se casó con el lingüista y estadista prusiano Wilhelm von Humboldt en Erfurt. [1] Su matrimonio fue poco convencional y ambos se permitieron muchas libertades. Hasta 1797 vivieron en Jena , al lado de Schiller, pero luego vivieron separados durante varios años hasta que a partir de 1819 compartieron la casa familiar de Wilhelm en Schloss Tegel . El único hermano de Caroline, Ernst, murió sin hijos en 1806. [2] Caroline y Wilhelm tuvieron ocho hijos:
Debido al trabajo diplomático de Wilhelm, pasaron períodos prolongados en París (1797–1801, 1804), Roma (1802–1803, 1805–1810, 1817–1819) y Viena (1810–1814), donde su casa se hizo conocida como un centro social y centro cultural. Llevó a sus tres hijos a un viaje de 7 meses desde París a España, donde catalogó y escribió sobre obras de arte españolas; sus obras sobre el tema fueron elogiadas por Goethe , que publicó algunas de ellas.
Su ciudad favorita era Roma, donde estuvo en contacto con varios artistas alemanes y daneses residentes en la ciudad ( Gottlieb Schick , Christian Friedrich Tieck , Bertel Thorvaldsen , Wilhelm von Schadow , Karl Wilhelm Wach ), apoyándolos económicamente y comprando varias de sus obras. . Tenía una amistad especialmente intensa con el escultor Christian Daniel Rauch , mientras que Angelika Kauffmann y Luis I de Baviera también se quedaban en su casa.
También dirigió una especie de salón literario en Berlín, donde se reunían políticos, científicos y escritores. Mantuvo también una extensa correspondencia con importantes figuras, a través de las cuales participó en las corrientes del día y jugó un papel importante en los escritos de su marido.
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