Archivo:Eckersberg, Christoffer Wilhelm, Ulises huyendo de la cueva de Polifemo, 1812.jpg


Eckersberg pasó de 1811 a 1812 en el estudio de David, practicando dibujo natural y pintura histórica. Uno de una serie de temas de la Odisea, este es quizás el más convincente. El gigante Polifemo en su cueva se cierne sobre una oveja, buscando a Ulises y sus compañeros, quienes cegaron al monstruo tuerto. Los hombres han escapado bajo los vientres del rebaño; Ulises, al final, se prepara para unirse a sus compañeros. La luz del Mediterráneo es deslumbrante. Los espectadores quedamos presos en el tenebroso primer plano mientras Ulises se escabulle. El estudio de Eckersberg de los elocuentes contornos de la pintura de vasijas griegas se aprovecha aquí.


Aunque el artista danés estuvo en París para aprender de David, el maestro más venerado en Europa en ese momento, su ambivalencia se puede leer en algunas de las tendencias anticlásicas que se ven aquí. La disyunción del gigante a gran escala Polifemo y el pequeño Ulises es fiel a la historia, pero inquietante, mientras que los extremos de la oscuridad y la luz se suman a la amenaza del monstruo. Eckersberg era ciudadano de un aliado de Francia en las Guerras Napoleónicas, pero como protegido del rey de Dinamarca, quien financió sus estudios en Francia y luego viajó a Italia, y con cuyo heredero mantuvo una correspondencia amistosa, bien pudo haber tenía sentimientos encontrados acerca de David, un regicida que había emitido su voto a favor de la muerte de Luis XVI. Las cartas de Eckersberg muestran que París y sus convenciones le resultaban incómodos.Aunque David consideró a Eckersberg talentoso y alentó sus estudios, esta pintura de historia cruda y franca expresa una sensibilidad diferente a la de sus estudiantes franceses más elegantes.

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