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Título : Porche dorado: un libro de cuentos de hadas griegos
Año : 1914 ( década de 1910 )
Autores : Hutchinson, WML (Winifred Margaret Lambart), n. 1868
Temas : Cuentos de hadas - Grecia
Editorial : Nueva York: Longmans, Green and Co.
Biblioteca colaboradora : Biblioteca pública de Nueva York
Patrocinador de digitalización : MSN

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Texto que aparece antes de la imagen:
El niño, que era hermoso como el día, miró el viejo y sabio rostro de Quirón y sonrió, y Quirón dijo: Mira, ya no tiene miedo este niño que será un gran guerrero. Luego llamó a Filira y a Cariclo, esas gentiles nodrizas de muchos héroes, y les entregó al niño; pero él mismo preparó la cena para Peleo sin más palabras, porque vio que su dolor era grande. Tampoco le hizo más preguntas hasta que lo animó con comida y vino y estuvieron sentados juntos, como antaño, junto al hogar. Entonces, poniendo su mano sobre el hombro del joven, dijo: ¿No quieres decirme ahora, hijo mío, cuál es este dolor que sólo puedo adivinar, para que si no puedo ayudarte, al menos pueda esforzarme por consolarte? Poco pensé, dijo Peleo, cuando salí de esta cueva, el más feliz de los mortales, que algún día regresaría con las nuevas que debo contarte ahora. La hija de Nereo nos ha abandonado a mí y a nuestro hijo y ha regresado a los salones de los Reyes Marinos. Ella me dijo al principio que
el texto que aparece después de la imagen:
•. - -5,~ -5 LAS FUNDACIONES LIBTU ASTOR, LENOX Y TILDEN DE NUEVA YORK. PELEO 141 ella debe dejarme para siempre la primera vez que la cruce en algo, porque así, dijo, es la manera de toda la gente del mar. Y cuando nació el bebé, me desperté una noche y la vi salir furtivamente de nuestra habitación llevándolo en brazos, y la seguí para ver qué hacía. Salió al vestíbulo, donde todavía ardía el fuego de la chimenea, y allí, horrorizada, la vi arrojar al niño entre las brasas ardientes. ¿Quién podría ver eso y no hacer lo que yo hice? Sin embargo, la mirada de reproche que me lanzó Tetis cuando le arrebaté al niño, me traspasó hasta el alma. ¿No te advertí, dijo, que nunca me cruzaras? Si no lo hubieras impedido, habría hecho al niño a prueba de armas de pies a cabeza gracias al poder de las llamas. Pero debo dejar ese trabajo sin hacer. ¡Adiós, adiós! Con eso, rápida como un relámpago, salió disparada del salón y del palacio y se arrojó al mar. Quirón escuchó sin asombro la

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