En enero de 2006, se autorizó al personal médico del campo a atar a los cautivos a la silla de inmovilización, para alimentarlos a la fuerza, y durante un período de tiempo suficiente para evitar que los cautivos derrotaran la alimentación forzada induciéndolos a vomitar.
Tenga en cuenta la bolsa de plástico sobre la parte inferior del asiento. Los cautivos informaron que fueron inmovilizados, después de su alimentación forzada, y no se les permitió usar el baño, en un esfuerzo por frenar a los huelguistas de hambre que usaban descansos para ir al baño para tener la oportunidad de inducir el vómito de su nutriente. Como consecuencia de esta política, informaron que habitualmente no podían controlar sus intestinos y vejigas y se veían obligados a ensuciarse.