Archivo:Huelguistas, comunistas, vagabundos y detectives (1878) (14572788099).jpg


Identificador : strikerscommunis00pink ( buscar coincidencias )
Título : Strikers, communists, vagabunds and detectives
Año : 1878 ( 1870s )
Autores : Pinkerton, Allan, 1819-1884 Colección Marian S. Carson (Biblioteca del Congreso)
Temas DLC : Huelga ferroviaria, EE. UU., 1877 Tramps
Editorial : New York, GW Carleton & Co.
Biblioteca colaboradora : The Library of Congress
Patrocinador de digitalización : The Library of Congress

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Texto que aparece antes de la imagen:
Luego, la multitud levantó a Iotro Dunn de entre la multitud y lo llevó a un lugar seguro. En ese momento se vio marchar por la avenida Lacka-waima, desde la tienda de la compañía, un cuerpo de hombres armados con rifles de repetición y bayonetas caladas. Era una posse que había sido organizada algún tiempo antes por el alcalde, y el^^ ahora acudía en su ayuda, a esta solicitud. Lo vieron sangrando en la esquina de la calle, cuando cruzaban la avenida Wasliington. Justo cuando se acercaban a él para recibir instrucciones, la multitud los atacó con furia. Una gran multitud también los había seguido y comenzó a dispararles con pistolas por la espalda. Inmediatamente, la compañía dio media vuelta y disparó. Algunos apuntaron sobre la multitud y otros dispararon con un efecto fatal matando a cuatro hombres e hiriendo a otros. La turba se disolvió y huyó en todas direcciones;pero la com-pany siguió disparando dondequiera que pudieran ver una multitud amenazante, y estas andanadas libraron por completo a los alborotadores de las calles. El espantoso cuadro presentado en las calles como
Texto que aparece después de la imagen:
PROBLEMAS EN LAS REGIONES DE META. 333 la multitud huyó fue horrible. En la esquina cerca de la farmacia donde el alcalde: McCune se hizo curar las heridas, yacía un hombre con la parte superior de la cabeza arrancada y la sangre y los sesos esparcidos por la acera. Otros tres en medio de la calle se retorcían en las últimas agonías de la muerte; y un gran número de heridos estaban siendo llevados a di-ng-tiendas, o a sus hogares, por sus amigos. Esto terminó con el ))lo()dslied y el motín en Scranton. Al día siguiente, el General Brinton con tres mil tropas, quienes, a partir de sus experiencias en Pittsburg y en otros lugares, nos)-e en una condición de sentimiento que no permitiría ninguna insignificancia, llegó a la ciudad, y se tomaron medidas inmediatas y efectivas para pnt abajo la anarquía tei-rible y el desorden que parecía rampante en todas partes. A pesar de las heridas del alcalde,su valentía nunca lo abandonó, y el viernes 29, a la cabeza de una pandilla, obligó al cierre de los sahx)ns, aunque cada forma de amenaza a

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