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Identificador : courtshipofmile00long ( buscar coincidencias )
Título : El cortejo de Miles Standish
Año : 1903 ( 1900 )
Autores : Longfellow, Henry Wadsworth, 1807-1882 Christy, Howard Chandler, 1873-1952, ill
Sujetos : Standish, Myles, 1584?-1656
Editorial : Indianapolis, Bobbs-Merrill
Biblioteca colaboradora : Biblioteca del Congreso
Patrocinador de digitalización : Biblioteca del Congreso

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Texto que aparece antes de la imagen:
y habl, olvidando quizs el decoro? Ciertamente puedes perdonarme por hablar con tanta franqueza, por decir lo que no debera haber dicho, pero ahora nunca puedo dejar de decirlo; emoción, que si por casualidad se sacude, o en sus profundidades como un guijarro deja caer alguna palabra descuidada, se desborda, y su secreto, derramado en la tierra como el agua, nunca se puede reunir. Ayer me asusté, cuando te escuché habla de Miles Standish, alabando sus virtudes, transformando sus mismos defectos en virtudes, alabando su coraje y fuerza, e incluso su lucha en Flandes, como si luchando solo pudieras conquistar el corazón de una mujer, olvidándote por completo de ti mismo y de los demás, en exaltar a tu héroe. Por eso hablé como lo hice, por un impulso irresistible. Me perdonarás, espero,por el bien de la amistad entre nosotros, que es demasiado verdadera y demasiado sagrada para ser rota tan fácilmente! Entonces respondió John Alden, el erudito, el amigo de Miles Standish 102
Texto que aparece después de la imagen:
■> PRISC ILLA No estaba enojado contigo, solo conmigo mismo estaba enojado, viendo lo mal que manejaba el asunto que tenía a mi cargo. ¡No! interrumpió la doncella, con respuesta pronta y decisiva; No; estabas enfadado conmigo por hablar con tanta franqueza y libertad. Estuvo mal, lo reconozco; porque es el destino de una mujer Anhelar ser paciente y silenciosa, esperar como un fantasma que está mudo, Hasta que una voz interrogadora disuelva el hechizo de su silencio. ríos subterráneos Corriendo a través de cavernas de oscuridad, inaudibles, invisibles e infructuosos. Rozando sus canales de piedra, con murmullos interminables e inútiles. Entonces respondió John Alden, el joven, el amante de las mujeres: Dios no lo quiera, Priscilla;y en verdad me parecen siempre Más como los hermosos ríos que riegan el Jardín del Edén, Más como el río Éufrates, fluyendo a través de los desiertos de Havila, Llenando la tierra de delicias, y dulces recuerdos de

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