Baek Minseok


Baek Minseok nació en 1971, en Seúl . [2] En 2004, Baek anunció que dejaría de escribir y, desde entonces, suspendió todas las actividades de escritura. [3]

Baek Minseok hizo su debut en 1995 con "I Loved Candy" (내가 사랑한 캔디). [4] Su trabajo es representativo de la estética predominante de la ficción coreana a mediados de la década de 1990: " ficción extraña ". [ cita requerida ] La ficción extraña se opone a las normas sociales y los sistemas aceptados, a menudo retratando lo extraño y cruel en una luz humorística. [ cita requerida ] Caracterizado por una imaginación elevada que está llena de imágenes gráficas y sangrientas, el trabajo de Baek a menudo hace referencia directa a lo extraño, como en el caso de su novela representativa Cotton Field Bizarre Story. Por estas razones, el trabajo de Baek se ha clasificado como ficción extraña. [5]

Los niños son a menudo los personajes principales en el trabajo de Baek, como en las historias "El chico de los recados en la mansión" y "El pobre Hans". Incluso las psicologías de sus personajes adultos se acercan más a las de los niños. Por ejemplo, el personaje principal de "Farm for Dead Owls" es un hombre-niño de 30 años que solo habla con muñecos. En estas obras, los personajes buscan el crecimiento y el desarrollo, pero el resultado final está lejos de lo que se considera una madurez saludable. A través de estos personajes que van contra corriente, Baek critica el poder de influencia y cuestiona lo que consideramos la “norma”. [6]

Los fantasmas también aparecen con regularidad en la colección El chico de los recados en la mansión, pero no son del tipo que aparece en los cuentos de hadas y la fantasía; ellos, de hecho, representan nuestra realidad cotidiana y aquí radica el verdadero terror: convertirse en un adulto significa convertirse en miembro de una sociedad depravada; por tanto, la realidad cotidiana que dominan los adultos es en sí misma aterradora. En Cotton Field Bizarre Story, este terror cotidiano se manifiesta en secuestros, asesinatos, violencia, actos sexuales perversos y prácticas sadomasoquistas. En Rusher, el mismo terror se expresa en descripciones surrealistas sobre una sociedad distópica. A través de estos trabajos, Baek parece estar sugiriendo que el mundo real no es más que quizás un espacio de ficción algo exagerado que ignora la ética, la moral y el sentido común. [7]