El término cargo bancario abarca todos los cargos y comisiones que realiza un banco a sus clientes. En el lenguaje común, el término a menudo se relaciona con cargos con respecto a cuentas corrientes personales o cuentas corrientes. Estos cargos pueden tomar muchas formas, incluyendo:
Los bancos pueden cobrar a sus clientes un cargo mensual fijo por la provisión de la cuenta. En el Reino Unido, esto no era una práctica común hasta la década de 1990, cuando los bancos comenzaron a introducir este tipo de cargos bancarios como un medio de diferenciación de productos, a menudo ofreciendo servicios adicionales incluidos en la propia cuenta bancaria (por ejemplo, seguro de viaje, seguro de teléfono móvil, tarifas preferenciales en otros productos).
Hasta la década de 1980, la mayoría de los bancos del Reino Unido cobraban por todas las transacciones. Una serie de nuevos participantes en el mercado de cuentas corrientes personales adoptaron un enfoque de "sin comisiones mientras se tenga crédito", lo que condujo muy rápidamente a una situación en la que ningún banco podía competir con otros sin ofrecer el mismo trato.
Si bien la pérdida de ingresos incurrida fue, en cierta medida, cubierta por los intereses devengados por los saldos en cuentas corrientes, la rentabilidad de los bancos en las cuentas corrientes personales se vio gravemente afectada por este cambio en la estructura de cargos. A su vez, esto condujo a que los bancos usaran cada vez más cargos por exceder los límites de sobregiro como medio para generar el nivel requerido de rentabilidad.
La mayoría de los bancos cobran intereses a sus clientes por los sobregiros. Es común cobrar diferencialmente por sobregiros autorizados y no autorizados, y los sobregiros no autorizados a menudo tienen una tasa de interés dos o tres veces mayor que los autorizados.
Con el fin de obtener clientes de la competencia, los bancos a veces ofrecen tasas de interés introductorias del 0% o bajas en sobregiros autorizados, junto con generosos límites iniciales de sobregiro.