Buen gobierno


La buena gobernanza es el proceso de medir cómo las instituciones públicas conducen los asuntos públicos y administran los recursos públicos y garantizan la realización de los derechos humanos de una manera esencialmente libre de abuso y corrupción y con el debido respeto por el estado de derecho. La gobernanza es "el proceso de toma de decisiones y el proceso mediante el cual se implementan (o no se implementan) las decisiones". [1] La gobernanza en este contexto puede aplicarse a la gobernanza corporativa, internacional, nacional o local [1] , así como a las interacciones entre otros sectores de la sociedad.

El concepto de "buen gobierno" surge así como un modelo para comparar economías o cuerpos políticos ineficaces con economías y cuerpos políticos viables. [2] El concepto se centra en la responsabilidad de los gobiernos y los órganos de gobierno de satisfacer las necesidades de las masas en contraposición a los grupos selectos de la sociedad. Debido a que los países que a menudo se describen como "más exitosos" son estados democráticos liberales , concentrados en Europa y América, los estándares de buen gobierno a menudo miden otras instituciones estatales frente a estos estados. [2]Las organizaciones de ayuda y las autoridades de los países desarrollados a menudo centrarán el significado de "buen gobierno" en un conjunto de requisitos que se ajustan a la agenda de la organización, haciendo que "buen gobierno" implique muchas cosas diferentes en muchos contextos diferentes. [3] [4] [5] Lo opuesto a la buena gobernanza, como concepto, es la mala gobernanza . [6]

En asuntos internacionales, el análisis de la buena gobernanza puede considerar cualquiera de las siguientes relaciones: [3]

Los diversos tipos de comparaciones que comprenden el análisis de la gobernanza en la discusión académica y práctica pueden hacer que el significado de "buena gobernanza" varíe mucho de un profesional a otro. [3]

El significado de buena gobernanza en lo que respecta a los sectores corporativos varía entre actores. Se ha promulgado legislación en un intento de influir en el buen gobierno en los asuntos corporativos. En los Estados Unidos, la Ley Sarbanes-Oxley de 2002 estableció requisitos a seguir para las empresas. Las empresas también han utilizado ampliamente la denuncia de irregularidades para exponer la corrupción y la actividad fraudulenta. [7]

La buena gobernanza en el contexto de los países es un término amplio y, en ese sentido, es difícil encontrar una definición única. Según Fukuyama (2013), [8] existen dos dimensiones para calificar la gobernabilidad como buena o mala: la capacidad del Estado y la autonomía de la burocracia. Ambos se complementan, en el sentido de que cuando el Estado es más capaz, por ejemplo a través de la recaudación de impuestos, debería haber más autonomía porque los burócratas son capaces de hacer bien las cosas sin que se les instruya con muchos detalles. En los estados menos capaces, sin embargo, es deseable menos discreción y más reglas.