Padres vocacionistas


La Sociedad de Vocaciones Divinas ( en latín : Societas Divinarum Vocationum ), comúnmente conocida como los Padres Vocacionistas , es una congregación religiosa clerical católica romana de derecho pontificio para hombres (sacerdotes y hermanos) fundada por el p. Giustino Russolillo (1891-1955) en Italia el 18 de octubre de 1920. Los Padres Vocacionistas tienen su casa madre en Pianura , que está en la Provincia de Nápoles en Italia. Sus miembros agregan las letras nominales SDV después de sus nombres para indicar su pertenencia a la sociedad.

Los Padres Vocacionistas tienen como carisma principal “identificar y fomentar las vocaciones al sacerdocio ya la vida religiosa, especialmente entre los menos privilegiados”. [9] Los Vocacionistas trabajan en Vocaciones (consideradas como su obra más característica y su campo de acción más especial y primario), parroquias, escuelas y misiones. Actualmente, la Sociedad de las Divinas Vocaciones en su espíritu misionero sirve al pueblo de Dios en Italia, Brasil, Estados Unidos, Argentina, Nigeria, Filipinas, India, Madagascar, Colombia, Ecuador, Indonesia, Reino Unido y Chile.

La Sociedad de la Divina Vocación es un instituto religioso de Derecho Pontificio. Viven en comunidad y profesan los tres consejos evangélicos de Pobreza, Castidad y Obediencia mientras desarrollan la obra de la Vocación. Los Padres Vocacionistas se creen especialmente llamados por Dios como expertos vocacionales, consejeros y parteros en la Iglesia. Su trabajo es ayudar a las personas a discernir correctamente y responder al llamado de Dios en sus vidas.

Por la realidad de su carisma vocacional, un “vocacionista”, nombre que les dio su fundador, el P. Giustino Russolillo, y acuñado de la palabra “Vocación”, es alguien que tiene un amor excepcional por la vocación, que es un especialista en el cuidado de las vocaciones, que dedica su vida a las vocaciones, y que se compromete a trabajar y orar por vocaciones. Según el p. Giustino, otros institutos religiosos esperan vocaciones y las acogen, mientras que los vocacionistas, personalmente y con determinación, salen a buscarlas, especialmente a través de sus escuelas de catequesis y otros apostolados .. En otras palabras, sus actividades están muy centradas en cuestiones de vocación y en todas, su objetivo inmediato, aunque no su meta, es ver a las personas ser guiadas para discernir adecuadamente sus vocaciones y ser ayudadas a realizarlas respondiendo adecuadamente a la llamada de Dios en sus vidas. Su fin último es ayudar a todos a alcanzar la Unión Divina con la Santísima Trinidad por medio de la santificación universal de todas las almas.