Hay una característica que distingue a la escritura de la mayoría de las demás artes: su aparente democracia, con lo que me refiero a su disponibilidad para casi todos como medio de expresión.
Discutir con extraños anónimos en Internet es un juego de tontos porque casi siempre resultan ser, o no se distinguen de ellos, jóvenes de dieciséis años que poseen una cantidad infinita de tiempo libre.