Ana y los lobos


Ana y los lobos ( español : Ana y los lobos ) es una película de drama española de 1973 dirigida por Carlos Saura . Protagonizada por Geraldine Chaplin como una institutriz extranjera que llega a una casa aislada para cuidar a los hijos de una familia enrevesada. La película está codificada con el simbolismo político de la España franquista . Mamá cumple cien años de Saura, de 1979,fue una especie de secuela. Se inscribió en el Festival de Cine de Cannes de 1973 . [1]

Ana, una joven institutriz extranjera, llega a una finca aislada en la árida región de Castilla, cerca de Madrid. Ha venido para hacerse cargo de tres niñas cuya madre, Luchy, saluda a Ana a su llegada. Mientras Ana desempaca, José, un tío de las niñas, se presenta como la voz del orden y la autoridad en la familia. En caso de que Ana tenga algún problema, debe acudir a él, explica.

Una cena familiar esa noche le permite a Ana conocer a sus excéntricos empleadores. La familia está formada por tres hermanos de mediana edad (José, Juan y Fernando), su madre enferma, Mama; Luchy, esposa de Juan y las tres hijas de la pareja: Carlota, Victoria y Natalia. Por la noche, Natalia se despierta gritando después de una pesadilla. Juan, el padre de las tres niñas, codiciado por Ana, aprovecha la situación para entrar a su dormitorio. Firme pero cortésmente, rechaza sus insinuaciones sexuales. Dominado por un impulso sexual incontrolable, el rechazado Juan busca consuelo con Amparo, una de las sirvientas.

Sorprendentemente, Ana comienza a recibir cartas eróticas firmadas por un admirador secreto que desea estar con ella. Se entregan con porte raro desde lugares lejanos cada vez más cercanos. José le explica a Ana que no solo ha abierto y leído esas cartas, sino que sabe quién las ha estado enviando. Juan, le dice, ha estado escribiendo esas cartas usando la valiosa colección familiar de sellos para engañarla. José ha montado un pequeño museo de vestimenta militar en su estudio y le ofrece a Ana su protección y alguna compensación económica si se ocupa de los uniformes.

Fernando, el más subyugado de los tres hermanos, se ha mudado de la casa principal para establecer su residencia en una cueva cercana donde practica encantamientos místicos en un esfuerzo por levitar. Fernando es el que más intriga a Ana. Ella está consternada por él y atraída por su forma de vida, como si entendiera por qué quiere escapar del mundo.

Entre episodios de epilepsia y gota, mamá sigue siendo la protectora de la unidad familiar. Cuando ella y Ana entablan un diálogo directo, la anciana viuda le cuenta a Ana un poco de los antecedentes de los tres hijos mientras le muestra a la institutriz la ropa de su infancia que ha guardado durante años. “Debes ser comprensivo con ellos” le dice mamá, mientras Ana se interesa por lo absurdo de lo que ha estado sucediendo.