Himno del Estado Zulia


El himno del Estado Zulia, “Cabalgando las Olas”, se oficializó por Decreto del 15 de agosto de 1909. Fue el resultado de un concurso público auspiciado por el entonces Gobernador del Estado, José Ignacio Lares Baralt, quien el 29 de abril de ese año, realizó un concurso lírico y musical para seleccionar la letra y la melodía de tan preciada obra lírica. El ganador de la categoría lírica fue el afamado poeta laureado Udón Pérez; en la categoría musical, el ganador fue el igualmente reconocido autor José Antonio Cháves. Los trabajos ganadores fueron reconocidos oficialmente en la citada fecha, durante una ceremonia encabezada por el ilustre gobernador, pero no fue sino hasta el 18 de febrero de 1910 que finalmente se distribuyó el himno por los distintos departamentos y dependencias del Estado. Con su hermosa melodía y un tema construido alrededor de las ideas de libertad, paz y esperanza, el himno se ha mantenido como un favorito de la gente. Todavía habla un lenguaje revolucionario, muy crítico con la dictadura, y continúa comunicando el antiguo aborrecimiento del Estado por los poderes centralistas.

Chorus
Sobre palmas y lauros de oro
yergue el Zulia su limpio blasón;
y flamea en su plaustro sonoros
del progreso el radiante pendón.

I
La luz con el relámpago tenaz del Catatumbo , del nauta fija el rumbo, cual
límpido farol; el alba de los trópicos, la hoguera que deslumbra cuando al zénit se encumbra la cuadriga del sol no emulan de tus glorias el fúlgido arrebol







II
En la defensa olímpica
de los nativos fueros
tus hijos, sus aceros
se llevaron al confín;
ciñendo lauros múltiples
los viste, con arroz,
del Lago a Carabobo,
del Ávila a Junín;
y en Tarqui y Ayacucho
vibraron su clarín.

III
Erguido como Júpiter,
la diestra en alto armada,
fulgurante la mirada
de rabia y de rencor;
las veces que los sátrapas
quisieron tu mancilla:
mirarte de rodilla
sin prez y sin honor
cayó sobre sus frentes
tu rayo vengador.

IV
Y luego que la cólera
de tu justicia calmas,
va en pos de nuevas palmas
tu espíritu vivaz;
en aulas de areópagos,
cabildos y liceos;
te brindaran sus trofeos
el numen de la paz;
y vese en blanca aureola
resplandecer tu faz.