La Tía Alejandra (Tía Alejandra) es una película mexicana de terror sobrenatural de 1979, protagonizada por Isabela Corona .
La tía Alejandra | |
---|---|
Dirigido por | Arturo Ripstein |
Producido por | Lucero isaac |
Escrito por | Delfina Careaga Sabina Berman |
Protagonizada | Isabela Corona |
Musica por | Luis Hernández Bretón |
Cinematografía | José Ortíz Ramos |
Editado por | Rafael Ceballos |
Distribuido por | Estudios Churubusco |
Fecha de lanzamiento |
|
Tiempo de ejecución | 98 minutos |
País | México |
Idioma | Español |
Gráfico
La trama se basa en la llegada de la tía Alejandra a un hogar familiar formado por dos padres y tres hijos. Una mujer que es cariñosa, en principio, sufre fuertes cambios de humor y suceden cosas extrañas en su habitación con bastante regularidad y que parece estar rodeada de un aura de misterio. Rechazada por el hijo mayor, solo sirve para traerles la desgracia desde que llegó a casa. La tía tiene una fortuna que seguramente ayudará a sus familiares, pero realmente comienza a destruir a toda la familia con actos diabólicos e intenta enseñar brujería a los niños. Cuando uno de los niños se burla de ella, ella provocó su muerte. Cuando su sobrino se despide de su casa, ella lo ahoga en su propia cama. Cuando la niña mayor se quema la cara, Alejandra quema una habitación entera con la niña adentro. Solo sobrevive a Lucía, la esposa y su pequeña hija, pero parece haber aprendido los secretos de Alejandra ... [1]
Elenco
- Isabela Corona (Tía Alejandra)
- Diana Bracho (Lucía)
- Manuel Ojeda (Rodolfo)
- María Rebeca (Martha)
- Lilan Davis (Malena)
- Adonay Somoza Jr. (Andrés)
- Ignacio Retes (Médico)
Comentarios
La Tía Alejandra es una curiosa e insólita, una rareza en el género del Cine mexicano . No es estrictamente una película de terror, pero transmite preocupación en muchos de sus pasajes. No es explícito en lo que muestra, pero con razón juega con la brujería, las maldiciones, la magia negra y el satanismo . No cuando se muestra violencia gráfica en pantalla, sino de forma sutil la muestra con una elegante ferocidad que incomoda incluso al espectador. La puesta en escena de Ripstein es austera. Pero su control sobre el tempo narrativo es excelente. Con el ambiente y la presencia magnética de una gran Isabela Corona que desde un físico se vuelven débiles e indefensos para trasmitir un tono amenazante que parece inviable de no ser por el buen hacer entre director y actriz. [2]