Paul Héroult
Paul ( Louis-Toussaint ) Héroult (10 de abril de 1863 - 9 de mayo de 1914) fue un científico francés. Fue el inventor de la electrólisis del aluminio y desarrolló con éxito el primer horno de arco eléctrico comercial . [1] Vivió en Thury-Harcourt , Normandía .
Paul Héroult leyó el tratado sobre el aluminio de Henri Sainte-Claire Deville , cuando tenía 15 años. En ese momento, el aluminio era tan caro como la plata y se usaba principalmente para artículos de lujo y joyería. Héroult quería hacerlo más barato. Logró hacerlo cuando descubrió el proceso de aluminio electrolítico en 1886. [2] El mismo año, en los Estados Unidos , Charles Martin Hall (1863-1914) estaba descubriendo el mismo proceso. Debido a esto, el proceso se denominó proceso de Hall-Heroult .
La segunda contribución más importante de Héroult es el primer horno de arco eléctrico (EAF) comercialmente exitoso para acero en 1900. El horno Héroult reemplazó gradualmente a las fundiciones gigantes para la producción de una variedad de aceros. [1] En 1905, Paul Héroult fue invitado a los Estados Unidos como asesor técnico de varias empresas, y en particular de la United States Steel Corporation y la Halcomb Steel Company. Halcomb instaló el primer horno Héroult en EE. UU. [1]
La invención del horno de arco eléctrico probablemente comenzó cuando Humphry Davy descubrió el arco de carbón en 1800. Luego, en 1878 , Carl Wilhelm Siemens patentó, construyó y operó hornos de arco eléctrico directos e indirectos. El uso comercial aún necesitaba esperar mayores suministros de electricidad y mejores electrodos de carbono. [1]
Paul Héroult es conocido por otros inventos importantes, entre ellos un conducto autoportante que todavía se usa para llevar agua desde las alturas de las montañas y a través de los ríos hasta las plantas de energía hidráulica, evitando la necesidad de construir puentes costosos.
Paul Héroult no tenía ninguno de los atributos del erudito tradicional. Era nervioso, rebelde, ocasionalmente duro e insolente; no encajaba en la imagen de hombres de ciencia sabios y disciplinados. Amaba los juegos, la compañía de las mujeres, los viajes por tierra y mar; era un espíritu libre en un cuerpo impetuoso. No hay comparación con el científico austero, luchando con misterios obstinados. Sus descubrimientos no fueron el resultado de largas noches de insomnio en un laboratorio o de complicadas demostraciones científicas. Héroult amaba la vida y no habría podido soportar tales restricciones. En cambio, sus inventos aparecían repentinamente, de la nada, un golpe de sentido común o de genialidad, a veces durante un animado juego de billar, su pasatiempo favorito.
