Julia Lopes de Almeida


Júlia Valentina de Silveira Lopes de Almeida (24 de septiembre de 1862 - 30 de mayo de 1934) fue una de las primeras mujeres brasileñas en ganar reconocimiento y aceptación social como escritora. En una carrera que abarcó cinco décadas, escribió en una variedad de géneros literarios; sin embargo, es su ficción, escrita bajo la influencia de los naturalistas Émile Zola y Guy de Maupassant , la que ha captado la atención de la crítica reciente. Sus novelas notables incluyen Memórias de Marta ( Memorias de Marta ), la primera novela brasileña que tiene lugar en una vivienda urbana, A Família Medeiros ( La familia Medeiros ), y A Falência (La Quiebra ). Inmensamente influyente y apreciada por colegas como Aluísio Azevedo , João do Rio [1] y João Luso, [2] es recordada como una de las primeras defensoras de los roles de género modernizados y el aumento de los derechos de las mujeres , como precursora de escritoras posteriores como Clarice Lispector , y por su apoyo a la abolición. Estuvo casada con el poeta Filinto de Almeida.

Lopes de Almeida nació el 24 de septiembre de 1862 en Río de Janeiro . Era hija del Visconde de São Valentim (en inglés "Viscount of Saint Valentine"). Su carrera comenzó en un periódico de Campinas , la Gazeta de Campinas , en 1881. Ese año trajo varios giros a la literatura brasileña , a saber, la obra Memórias Póstumas de Brás Cubas de Machado de Assis . Lopes de Almeida siguió las nuevas tendencias; sin embargo, su fama fue efímera.

En el Brasil Imperial , una mujer que se dedicaba a la literatura era vista con cierto prejuicio . En una entrevista concedida a João do Rio dijo:

Pois eu em moça fazia versos. ¡Ay! Não imagina com que encanto. Era como um prazer proibido! Sentia ao mesmo tempo a delícia de os compor eo medo de que acabassem por descobri-los. Fechava-me no quarto, bem fechada, abria a secretária, estendia pela alvura do papel uma porção de rimas... De repente, um susto. Alguém batia à porta. E eu, com a voz embargada, dando volta à chave da secretária: já vai, já vai! A mim semper me parecia que se viessem a saber desses versos, viria o mundo abaixo. Um dia porém, eu estava muito entretida na composição de uma história, uma história em verso, com descrições e dialogs, quando ouvi por trás de mim uma voz alegre: – Peguei-te, menina! Estremeci, pus as duas mãos em cima do papel, num arranco de defesa, mas não me foi possível. Minha irmã, adejando triunfalmente a folha e rindo a perder, bradava : – Então a menina faz versos? ¡Vou mostrá-los ao papá! No mostres! – É que mostro![3]

Cuando era niña, escribía versos. ¡Oh! No te puedes imaginar el encanto. ¡Era como un placer prohibido! Sentí tanto el deleite de escribir como el temor de que alguien los descubriera. Me encerraba en el dormitorio, con la puerta bien cerrada, abría el escritorio, extendido por la blancura del papel había innumerables rimas... De repente, algo me sobresaltaba. Alguien llamó a la puerta. Y yo, con voz temblorosa, mientras giraba la llave del pupitre: ¡Ya vengo, ya vengo! Para mí, parecía que si alguien se enteraba de esos versos, el mundo se vendría abajo. Un día, sin embargo, estaba muy entretenido escribiendo un cuento, un verso-cuento, con descripciones y diálogos, cuando escuché detrás de mí una voz feliz: – ¡Te tengo niña! Temblé, puse mis dos manos sobre el papel, en un movimiento defensivo, pero fue imposible. Mi hermana, revoloteando triunfalmente la sábana y riéndose, gritó: - Entonces, ¿la niña escribe versos? ¡Se los mostraré a papá! – ¡No los muestres! ¡Voy a!

Su primer artículo en la Gazeta de Campinas fue un artículo sobre teatro. Aunque fue una de las primeras mujeres brasileñas en escribir, no logró el mismo éxito que tuvieron las autoras europeas, como George Sand y Jane Austen .