Estafa de autos milagrosos


La estafa de Miracle Cars fue una estafa de pago por adelantado que se desarrolló entre 1997 y 2002 por los californianos James R. Nichols y Robert Gomez. En poco más de cuatro años, más de 4.000 personas compraron 7.000 automóviles que en realidad no existían, lo que provocó el robo de más de 21 millones de dólares estadounidenses a las víctimas.

Robert Gómez era un joven de 19 años que trabajaba como guardia de seguridad en Los Ángeles y vivía con su compañero de trabajo y amigo, James R. Nichols. Gómez afirmó que era el hijo adoptivo de John Bowers, un rico ejecutivo de una empresa de alimentos que vivía en Texas. Más tarde, Gómez le diría a Nichols que John Bowers había muerto y le pidió a Nichols que actuara como albacea del patrimonio de Bowers. Nichols también afirmaría más tarde haber conocido a Bowers en una ocasión anterior en un club de campo en Long Beach, California . Un año después de conocerse, Gómez y Nichols decidieron ahorrar dinero y ambos se mudarían a la casa de los padres de Nichols en Carson, California .

Tres años más tarde, justo antes de la Navidad de 1997, Gómez, que entonces tenía 23 años, subió al "púlpito de discipulado" de la Iglesia Bautista Christ Christian Home Missionary en la cercana Compton , donde la familia Nichols era miembro desde hacía mucho tiempo. Gómez se presentó como el hijo adoptivo de Bowers y heredero de una propiedad valorada en 411 millones de dólares. Gómez también anunció que Bowers había sido un cristiano devoto y había dejado instrucciones en su testamento de que su patrimonio debía "regalar" una flota de 16 automóviles personales y de empresa de bajo kilometraje a sus compañeros creyentes. Si bien los vehículos no fueron identificados individualmente por sus números de identificación vehicularo los números de serie de sus títulos legales, se describieron por sus tipos generales. Los vehículos fueron descritos como cupés y sedanes de lujo arrendados de último modelo (es decir, BMW, Mercedes-Benz, Lexus y Cadillac), ahora propiedad de los herederos del difunto. A lo largo de los años, se habían utilizado tanto para fines personales como empresariales y se habían establecido en todo el país para uso personal y empresarial con chófer.