Pardo (apellido)


Pardo ( hebreo : פרדו) es un apellido muy antiguo [1] [2] de origen judío sefardí [3] [4] [5] y que deriva del nombre griego y latino Pardus [6] que significa leopardo, [7] para luego cambiar al español Pardo que significa marrón y refiriéndose al color del felino, en latín " Panthera pardus " ( leopardo ); apodado de esta manera por aquellos judíos que tenían el característico color de piel bronceado. Israel fue conquistado por los griegos y los romanos, y muchos judíos comenzaron a adoptar nombres griegos y latinos. Este apellido pertenece al pueblo judío que se asentó en la Península Ibérica , siendo en ese momento la antigua provincia romana de Hispania , que más tarde con la llegada del cristianismo , algunos judíos se convertirían para tener un mejor estatus social, siendo esto mucho antes de ser forzado. de convertirse al cristianismo por los Reyes Católicos o su posterior expulsión. Hoy también se encuentra en países como Israel, España, Colombia, Grecia, Turquía, Estados Unidos, Curazao, México, Perú, Argentina, Venezuela, Chile e Italia. Los miembros de la familia Pardo se han distinguido principalmente en la región de Levante del Mediterráneo.

Se conocen vestigios de la vida judía en la Península Ibérica desde la época romana, ya que en estos territorios se encontraban aquellos judíos exiliados de Jerusalén, incluidos los apodados como pardus por los propios romanos. Sin embargo, para el tema que nos interesa debemos remontarnos a los años posteriores a la expulsión de los judíos primero de España (1492) y luego de Portugal (1496). Esta diáspora dentro de la diáspora, que dio origen a los sefardíes, llevó a que muchos se asentaran en ciudades del Imperio Otomano, en muchos casos auspiciados por sus autoridades, quienes no sólo acogieron a este grupo de inmigrantes, sino que les animaron a instalarse en regiones que habían poco tiempo conquistado, para consolidar la soberanía otomana.

Este apellido se extendió tras las diferentes persecuciones de los Reyes Católicos. Muchos judíos se vieron obligados a abandonar España y se extendieron por varios territorios europeos, como Tesalónica (Grecia), Bitola (ciudad de Macedonia del Norte), Países Bajos, Grecia, Italia, Serbia, Bosnia y Herzegovina, y tras la conquista de América fueron a las nuevas colonias españolas, donde continuó la persecución bajo los auspicios del Tribunal del Santo Oficio de la Inquisición.