Congregación Resurreccionista


La Congregación Resurreccionista , conocida oficialmente como Congregación de la Resurrección de Nuestro Señor Jesucristo ( en latín : Congregatio a Resurrectione Domini Nostri Jesu Christi ; abreviado CR ) es una congregación religiosa católica de derecho pontificio para hombres. Fue fundado en 1836 por tres hombres, Bogdan Jański, Peter Semenenko y Hieronim Kajsiewicz, inmediatamente después de la Gran Emigración polaca . [1]

La Congregación de la Resurrección comenzó en París el Miércoles de Ceniza de 1836. Bogdan Janski, Peter Semenenko y Jerome Kajsiewicz, los primeros tres miembros, son considerados como los fundadores. [1]

Como estudiante universitario en Varsovia, Janski se involucró en varios movimientos estudiantiles. Luego estudió economía en Francia, Inglaterra y Alemania. Desencantado con varios movimientos sociales, comenzó a ayudar a los exiliados polacos que vivían en Francia, donde trabajó como tutor. Complementó sus escasos ingresos como colaborador de diccionarios enciclopédicos y dispersó sus fondos entre los exiliados polacos pobres en toda Francia. [1]

Janski envió a dos de sus asociados, Peter Semenenko y Jerome Kajsiewicz a Roma para trabajar en el restablecimiento del colegio polaco para formar sacerdotes en Polonia. Uniéndose a ellos, los tres establecieron una pequeña comunidad. Semenenko y Kajsiewicz fueron ordenados en 1842. El Papa Pío IX les aconsejó que "se organicen de una manera que haga el mayor bien a la Iglesia". [2] El nombre de la Congregación hace referencia a las campanas que sonaron en Roma al mediodía del Domingo de Resurrección de 1842, cuando los primeros siete hermanos abandonaron las Catacumbas de San Sebastiano , cerca de San Sebastiano fuori le mura , después de sus votos religiosos .

En 1866 se abrió finalmente el colegio Collegio Polacco (Colegio Polaco) gracias a los esfuerzos de la Congregación de la Resurrección, que recaudó los primeros fondos a los que contribuyeron más tarde la Princesa Odelscalchi, Pío IX y otros. [3]

Por nuestros votos de pobreza, castidad y obediencia, nos dedicamos y consagramos totalmente a Cristo Resucitado en la vida religiosa. Esta dedicación implica un acto de fe por el cual respondemos al llamado de Dios de entregarnos completamente con todos nuestros talentos, habilidades y poderes a Él, a la Iglesia y a la Congregación.