El misticismo cristiano se refiere a las prácticas y teorías místicas dentro del cristianismo . El misticismo no es tanto una doctrina como un método de pensamiento. [1] A menudo se ha relacionado con la teología mística , especialmente en la Iglesia católica (incluidas las tradiciones de la Iglesia latina y las Iglesias católicas orientales ) y el cristianismo ortodoxo (incluidas las tradiciones de la Iglesia ortodoxa oriental y la Ortodoxia oriental ).
Los atributos y los medios por los cuales se estudia y practica el misticismo cristiano son variados. Van desde visiones extáticas de la unión mística del alma con Dios y theosis (los seres humanos adquieren cualidades divinas) en la teología ortodoxa oriental hasta la simple contemplación en oración de la Sagrada Escritura (es decir, Lectio Divina ).
"Misticismo" se deriva del griego μυω, que significa "ocultar", [2] y su derivado μυστικός , mystikos , que significa "un iniciado". En el mundo helenístico, un "mystikos" era un iniciado de una religión misteriosa . "Místico" se refería a rituales religiosos secretos [2] y el uso de la palabra carecía de referencias directas a lo trascendental. [3]
En el cristianismo primitivo, el término mystikos se refería a tres dimensiones, que pronto se entrelazaron, a saber, la bíblica, la litúrgica y la espiritual o contemplativa. [4] La dimensión bíblica se refiere a interpretaciones "ocultas" o alegóricas de las Escrituras . [2] [4] La dimensión litúrgica se refiere al misterio litúrgico de la Eucaristía , la presencia de Cristo en la Eucaristía. [2] [4] La tercera dimensión es el conocimiento contemplativo o experiencial de Dios. [4]
[Esa] parte o elemento de la fe y práctica cristianas que concierne a la preparación, la conciencia y el efecto de una presencia [...] directa y transformadora de Dios. [5]
McGinn sostiene que "presencia" es más precisa que "unión", ya que no todos los místicos hablaban de unión con Dios, y dado que muchas visiones y milagros no estaban necesariamente relacionados con la unión. También sostiene que deberíamos hablar de "conciencia" de la presencia de Dios, más que de "experiencia", ya que la actividad mística no se trata simplemente de la sensación de Dios como un objeto externo, sino más ampliamente de